Alguien de cultura
errada dijo:
sinuosa al borde
de la carretera.
Grosera, golfa,
una señora.
Alguien la vio
subir a un coche.
Matrícula falsa,
coche robado,
dijo la policía.
Y que se pierde el
rastro.
La vieron desnuda
entre unas cañas
las primeras luces
de otra mañana
y alguien que sacó
a mear a su perro.
Luego alguien
también dijo haber visto
todas las noches
sus piernas y su escote
bajo la farola, y
algunas noches su cara
de niña vieja.
Otro la recuerda
trabajando esa noche, como
otras espaciadas
noches.
Y siente rabia de
corazón, y su pérdida.
Y en la foto
descarnada del diario local
otro cree
reconocer a otra chica
un tiempo atrás,
en una noche loca,
o no está seguro.
Y menos así, con
los ojos tan abiertos
y perdidos, su
piel pintada de sangre,
su cuerpo ofrecido
al ansia ya de nadie.
Otros se preguntan
quién puede hacer
una cosa así, qué
mente obsesiva
disfruta del
placer hasta la muerte.
Hay quién dice
que se lo ha buscado.
Quién grita bajo
los plásticos de una chabola
por qué permite
dios tanta desigualdad
y pobreza en el
mundo.
En una vida hay muchas vidas, y todas diferentes. Caras anónimas que hablan por sí solas. Compañías ingratas que suelen pagar con la moneda falsa de la vileza.
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