Dime.
Te digo,
antes que quiebren su voz
la musicalidad de nuestros
versos,
que la soledad inunde
su complicidad y sentido,
antes que cedamos a los
gestos
de un idioma vallado,
que el amor nos estalle en
las manos
y no podamos reparar el
daño,
antes que el placer las
pase a cuchillo
y sus restos nos parezcan
grandiosos,
que su énfasis mortifique
la equidad de tantos
sueños,
antes, amor, que seamos
presos
del mundo construido,
que el paisaje que
cuidamos
las transforme en brevedad
o silencio,
antes que se hundan en las
arenas
movedizas del tiempo
y sólo sean estela en los
labios,
rastro de ceniza en un
fuego inapagable,
antes que nuevas hordas
las hagan desperdigarse,
las releguen al más
terrible olvido…
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