Diría que es un cuerpo que alegra
mientras dura su alegría, siempre
que no es de saldo el valor de su
confianza....
...que hoy solo habla de pasado
su pequeña o grande herencia de
futuro....
...que a su presente solo se le ocurre
mirarnos a los ojos con el rostro
cansado.
Diría que deja indefensa a una ciudad
radiante su repentino vagar a tientas,
su desahucio, la extraña mudez de su
trascendencia.
Otrora, gran existir abrazado a su
pequeño cuerpo
endurecido, de firme naturaleza, sea al
aire
o al abrigo. Hoy,
en su quietud habita el desorden,
la muerte tal vez apresuradamente,
en su silencio se esconden las manos,
se
desvanece su señorío,
a la
magnitud de su tonelaje
no se le ocurre viajar a sueños de
ayer mismo.
Diría que su imposible aún sostiene
la esperanza,
que la vida sigue, y por qué no su
enfermo corazón.
Diría eso, y no.
Estimado escritor Juan Risueño:
ResponderEliminarSentí y lamenté la esa condición que poéticamente describes.
Un abrazo.
Hola orlando, aquí tenemos difícil resucitarle de nuevo...no está enterrado, pero casi, y con él la esperanza de toda una generación de jóvenes. Pero la vida sigue, y habrá que aceptar lo que hay. Un abrazo
EliminarQue bien suena dicho de esta manera. La realidad es la que es y tu, yo y muchos mas la sabemos. Ha quedado dicho "...su imposible aún sostiene la esperanza...". Muy bueno Juan.
ResponderEliminarDesde luego José, que nosotros que llevamos aquí toda la vida sabemos lo que hay, también que pudo tener solución, a lo mejor relativa, si se hubiese reformado a tiempo, pero no, siguió y siguió tal cual hasta que se quedó sin fuerzas. La esperanza nunca se pierde, frase universal que tal vez a nosotros no nos sirva, pero bueno...gracias, un abrazo
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