Así
ha ocurrido lo que no puede cambiar,
así
ocurre lo que no cambia. Trotan
caballos
al oído, la sangre hierve hasta
calmarse.
Allí donde fuiste otras veces
está
lo más lejos que has visto, el dolor
te
trae su gozo y sus nombres en silencios
que
acuñan murmullos. Ahora te abrazas
al
duelo prematuro y despedazas paisajes
como
rostros únicos. Obra el tiempo
la
nada con adobes que de ti se gastan:
instantes
de deseos cautivos.
Qué bueno y qué excelente final. Enhorabuena
ResponderEliminarLa vida ya como un rostro único, ha de ser triste, sí. Un abrazo Marcos
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