Olvidado sobrevive durante horas,
profundo para que mientras tanto
parezca un hecho,
aprieta para que expulse el aire,
espera si no mi regreso, abierto
–mi puerta chirría-.
Es tan simple.
Voy a entrar y eso basta, el
tiempo quedó parado
para que arda lento segundo a
segundo.
De colores fuimos pintados a
ratos, el ahora
no nos conoce, recuerdos hay que
lo desmienten.
Lo
último, y ante la posible verdad de lo que pasa,
cabe
en un rizo, en tres dedos más de piel, en mirar
a fondo sin mirar nada en
absoluto –los ojos
no mienten sólo que tienen orden
de callarse-.
El amor se derrama turbio y loco
donde el hambre pierde así la
gana,
y desesperanzado nos socorre el
no importa,
el ceder de andar por casa.
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