juanitorisuelorente -

martes, 18 de septiembre de 2012

NADIE DICE NADA
















Olvidado sobrevive durante horas,
profundo para que mientras tanto parezca un hecho,
aprieta para que expulse el aire,
espera si no mi regreso, abierto –mi puerta chirría-.
                                               Es tan simple.
Voy a entrar y eso basta, el tiempo quedó parado
para que arda lento segundo a segundo.

De colores fuimos pintados a ratos, el ahora
no nos conoce, recuerdos hay que lo desmienten.

                   Lo último, y ante la posible verdad de lo que pasa,
                  cabe en un rizo, en tres dedos más de piel, en mirar
a fondo sin mirar nada en absoluto –los ojos
no mienten sólo que tienen orden de callarse-.

El amor se derrama turbio y loco
donde el hambre pierde así la gana,
y desesperanzado nos socorre el no importa,
el ceder de andar por casa.













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