Amanecen
el amor
y
las palabras.
Me
tambaleo levemente...
Se
diluye la promesa
en
el paisaje inquieto.
Me
mece ahora un vaivén
distinto
a tus brazos
y
otros ojos me miran.
Estoy
despierto...
Intento
recordar entonces tu nombre,
y
lo pienso,
y
no cambia,
porque
solo existe en ti,
porque nadie puede ser tú,
porque
sólo siendo tú logras ser otra.
...¿quién
eres?...
Tras
la oscuridad
el
paisaje pasa en la mañana que crece deprisa.
Puedo
ver a través de mi reflejo
los
raíles en la curva
y
cómo ganamos el pulso al río.
No
distingo los árboles,
sólo
el fondo de tierra en tu cara.
Sufro
de no tenerte.
Te
alejas en la noche
fundida
a mi memoria.
Ahora
sonrío a quién no me importa...
Y
no deseo contestar preguntas,
ni
hablar de mí,
ni
sonreír a frases amables.
Apretado
en el departamento
me
siento perdido y solo.
...aún
hierve en mí el vacío que dejas...
De
nuevo,
como
cada semana,
la
bocina me recuerda tu cercanía,
tus
brazos inmóviles,
tu
mirada perdida en la lejanía,
tus
profusas palabras, tu prisa,
y
vuelvo a cerrar los ojos
para
intentar verte
imaginando
tus brazos abiertos,
tu
sonrisa.
Y
vuelves algo difusa,
y
vuelvo a mecerme sin moverme en ti,
en
tu mismo cuerpo, en tu misma cara
pero
en otra mujer, otro nombre,
tu
nombre,
esa
que me regala cada viaje
su
silencio.
Tiemblo.
...deseo
la llegada, amor,
también
el regreso...
Los
trenes se cruzan,
chirrían
los frenos.
Hay murmullo en el anden.
Risas.
Me
miras, sonríes,
no gritas mi nombre...
precioso Juan, ....Quien eres?....
ResponderEliminarUn abrazo.
Juanito, Mercedes, jeje...para los amigos. Gracias, un abrazo
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