No le puedo ver, aunque lo
pretenda,
lo escriba diez, cien veces
repetido.
Circundan mis ojos el marco de su
voz
para retroceder por el silencio de
mi boca.
En el espejo, la cercanía juega a
entender,
aunque esa esencia esté ya
enterrada.
Una vez más vuelvo a pensarme en
él,
y luego en ningún otro hombre.
Nadie parecido.
lugares mágicos, los espejos. ¿Qué conservarán de nosotros cuando ya no estamos?
ResponderEliminarHola Marcos, desde luego que retienen nuestras miradas a lo largo del tiempo, esas que solo a nuestra mente permiten ver. Seguro que detrás estará el carrete jeje. Un abrazo
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