Arden ya los
años próximos
en antiguas
escenas de perpetuo
invierno.
Subsisten de desechos,
de gloria que se
devora a sí misma,
de felicidad
nutrida de tristeza
incandescente,
los ojos caídos
como piedras
clavadas en el barro.
Son cuerpos que
llora la madre muerta.
Manos incapaces
que desploma
la certidumbre.
Su voz
insostenible es
apenas un halito
de esperanza.
Deja sin
respuestas esta herencia
del destino.
Hijos desvalidos
en una tierra
abandonada a su nombre.
Hoy los crudos
inviernos
que esperaban
primaveras traerán
airados soles de
fríos inviernos.
Y desorientada
quietud.
Y altiva
decadencia.
Saludos Juan, espero estes bien ,un abrazo , tu amigo.J.R.
ResponderEliminarTirando del carro, y cuesta arriba, amigo Jose, pero bien, gracias. No debería quejarme. Un abrazo
ResponderEliminarExcelente poema, amigo Juan. Se siente el frío en cada verso.
ResponderEliminarPues sí, Marcos, en Bailén hay que abrigarse ya todo el año. Una pena.
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