No tengo nada que contarme. La confianza da
asco. Me digo una frase -por decir algo- y la escribo, pero al
instante la tacho porque ya me sonaba de otras veces, y me digo
pesado, cansino, y esas cosas.
Pero insisto porque no todo debo
haberlo escrito, aunque en estos días de placidez mental me diga y
me repita que puede ser que sí.
Mi mujer me dice cuando me ve raro,
o sea sin
emborronar papeles, como en Babia: “Los poetas también descansan”,
y más me cabrea aunque me llene de satisfacción lo de poeta. Digo
yo que si ella lo dice...pero no, no, soy cauto. Y más ahora que no
puedo ser ni eso ni nada ya que desde hace días no he escrito ni la
firma de un cheque.
Alguien que escribe pero que no escribe me
recuerda mi presente laboral, y es, si cabe, menos acicate para
inspirarme. Seguro que mi muso se ha tomado un relax, una semanita de
descanso intelectual, me consuela el pensar, también para entender a
mi mente de adormidera, porque es que, ya digo, es que no hay modo,
joder, ni un puto Janito, ni un primer verso que anime al segundo, ni
un mísero relatillo que abra el camino de emular a Follet ¡¡NADA!!
“Los poetas también descansan”, me dice de nuevo, y me llama
para que vea junto a ella “Los secretos de puente viejo”, y
después el “Ahora caigo”...hummm...¿ahora caigo?...hummm...a
ver, a ver...pues no...parece que no, ya digo...
Bueno... las musas o el muso, aparecen siempre detrás de una esquina diferente. Cuando menos lo esperas, creo yo. Abrazos.
ResponderEliminarA lo mejor es bueno barrer la mente de vez en cuando, y empezar a pensar de nuevo jeje, no sé, porque ella es la que controla...Un abrazo
ResponderEliminar