Siempre he nadado a contracorriente, siempre he huido de lo cotidiano, tengo muchas inquietudes, nunca he seguido el camino establecido, y eso me habrá hecho -seguro- estar siempre al otro lado.
El otro lado es
ese lugar habitualmente desierto, habitado por algún esporádico
lunático, aunque yo prefiera llamarlo inconformista.
Nunca marcó
tendencia la rebeldía, no crea escuela el vagabundo, el que busca
todo en la nada, respuestas donde no hay preguntas.
Un telediario
me auguraron de vida laboral autónoma todos los empresarios -viejos
todos- de mi ciudad cuando con 20 años me decidí a emularles. Claro
que desconocían que abrigaban mis espaldas pilas Duracell -la
cabezonería que heredé de mi padre-.
Ni una sola
muestra de afecto, ni un solo dedo de sus arrugadas manos me
ofrecieron, ni siquiera por cortesía. Y tuvo que ser el afán y el
buen hacer de las mías lo que les tapó la boca con hechos -los
hechos suelen ser muy cotillas-.
Luego, y fiel a
mis principios anti todo, me recreaba en demostrar una y otra vez que
era capaz de cruzar por el alambre de la creatividad, y no por
narcisismo sino tan solo por lo peregrino de descubrir todos los
límites de mí mismo.
Batallas
-todas- que la riqueza pierde de antemano, pues todos son tesoros
solo para la mente y los ojos.
Un telediario,
un arrebato de ingenio, sin continuidad, me auguraban los viejos -no
de edad- del lugar cuando me decidí a construir solo con palabras.
Así que como
ya estaba al otro lado no necesité hacer mudanza.
Ni una sola
muestra de afecto, ni un solo dedo de sus excelsas manos me
ofrecieron, ni siquiera por cortesía.
Tiene que
volver a ser el afán, o el buen hacer -las palabras no tienen
amigos-, el que les muestre la innecesidad de sus consejos o
influencias, la innecesidad de las dádivas de su lado -la razón no
entiende de eso-.
En fin, me
gusta este lado, será que no he probado el lado fácil. Aquí las
palmaditas en la espalda me las puedo dar con el mata moscas, y si
luzco, por un casual, alguna medalla será porque seguro me la he
ganado.
Bueno, algún
regalo espero para San Juan -también hay gente que me quiere, no
solo de mi familia-, un libro, por supuesto.
Juan " El otro lado "
ResponderEliminarSiempre hemos pensado que del otro lado
las cosas son mejores, como la mujer del vecino, sabiendo vivir la vida todos los lados nos brindan un mejor vivir teniendo Fe en lo que hacemos.
Me ha encantado la imagen
¡¡ muy interesante !!
un beso