Había
vuelto el verano -vuelto
del
revés el invierno-,
tan
inesperadamente que nada estaba convertido
-no
había noticias recientes-.
Su
rostro frío quedó intacto,
y
en su efímera máscara abrí las puertas
que
se cierran e inicié un viaje por la nueva luz
-apenas
un poema-,
un
momento sentado a su luz amarilla,
a
su próxima vez
-o
nada-.
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