La ciudad canta
en la calle. Cada uno
busca arrullo en su sombra.
Esperando lo que vendrá
tocan a misa. Las miradas
humedecidas abrazan árboles
y raíces. El hacia adelante
se traga otra tarde.
Hay
quién ruega por nosotros
y nadie se hace preguntas.
Se vive mucho mejor sin preguntas, sin duda. Bello poema y buena reflexión.
ResponderEliminarDemasiada felicidad acoge la ignorancia. Gracias Asidonia por tus palabras y tu visita. Saludos
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