Yo
veía resplandecer los bosques
desde
los sótanos -caminar
en
ellos era un cerrar de ojos-.
Yo
era de los que desaparecen
tras
llenar los pulmones de aire,
disfrutan
de la belleza a solas,
-hacia
delante en verde,
hacia
atrás de todos los colores-.
Casa
pronto vieja
que
forzaba a abandonarse,
estado
al que crecen alas
y
suple el miedo con la necesidad de ser.
Lo
callado dice al otro lado del muro,
el
fuego que no calienta solo destruye.
Juan siempre es un placer pasar por aquí y quedarse un ratito contigo.
ResponderEliminarIré pasando de vez en cuando.
Gracias por compartir tus poemas.
Un beso
Siempre agradecido de tus visitas y tus palabras, Pepi, y deberías perdonarme que esté más centrado en el facebook que en esta página y vuestros trabajos en los blog. Estar estamos que es lo que siempre digo. Un beso
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