Aquí
me crecieron los huesos.
Conozco
todo el ruido de sus pasos,
el dedo
de agua sobre el agua verde,
la casa
de siempre, el huerto de siempre,
el
paisaje de siempre, los recuerdos de siempre.
Aquí
murió mi inocencia,
fue
frenando entre las cañas del arroyo
hasta
que las sesgó el hombre. Zurcí
la
casa, bordé la tierra. De los doce
a los
diecinueve, de la bici al Barreiros,
el
verde oliva, el cultivo hortelano,
el
arroz los domingos, los rostros que hubo,
las
vidas que empiezan, los juegos de amor.
Hoy
aquí, entre ayeres mudos, sus paredes
tristes,
su esplendor me asiste,
su
nueva herencia, su fraternal legado.......
...hoy
aquí, aunque en lugar ajeno, afronta
el
hombre solo sus hondas raíces, pero pronto
como
manos de paso desoye sus latidos
cuando
comienza a derramar su cuerpo helado.
de “Las
verdes ramas”
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