Maltratan el
alma
los secretos
desiertos,
el amor
silenciado
con voz infeliz.
Comprendo
desnudo
a tu verbo
apretado,
a veces grabado
el dolor que
desprende,
siempre buscando
entre luces su
instante,
y siempre
despierto,
y aún
anochecido.
No son sabios
los lechos del
tiempo,
no ayudan
a conservar la
alegría.
Sin ruido
aguarda lo
expresado,
al pie de lo que
no se derrumba
si no envejece
su inocencia,
sin ser espera
su sentido,
su verdad
que a la lluvia
se aventura.
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