Escribo mirando lo que ayer
me viste entre un paisaje que vuelve
a olvidarse. Mi cuerpo emerge
tras circundar las ramas, y posa por ser
tus ojos, para los ojos que salten hoy
de mí a mi palabra. Compartido intruso,
tienes el don de ser en lo ya vivido, de ser
instante en lo más estéril, algún ocaso
despoblado de impostura. Mi huella
es tu sentido. Tu fruto es el espejo. Y en él
siempre la sed de la senda
irrepetible.
de “Las verdes ramas”
Admiro la manera sutil que tienes de introducirnos en tu universo introspectivo, con los tres primeros versos de este asombroso poema. Mi enhorabuena desde la admiración, Juan. Abrazos.
ResponderEliminarBonitas palabras, que me satisfacen sobremanera. Muchas gracias Marcos, un abrazo
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