-Menos mal que mi hermana tenía una libreta libre. Está su cuarto
desordenado, y eso que dicen que las mujeres deben de ser mas
curiosas, de todas maneras me callaré porque si vieran el mío se
darían un buen susto, allí es difícil encontrar una libreta,
mucho menos que esté libre y encontrar un rotulador tarea imposible.
Bueno ya tengo también un rotulador negro y puedo empezar la
historia que quiero contarles, tan negra, cierta y natural como la
vida misma.
Primero quiero presentarme aunque seguro que ya saben
que soy un niño. Me llamo desde siempre Jaime y ahora Martínez
Martínez y tengo 10 años. Vivo en un chalet muy bonito en las
afueras de Madrid, bueno algo lejos de Madrid pero con el coche de mi
padre llegamos en un abrir y cerrar de ojos.
Dice mi familia que soy un niño muy bueno y yo no he
hecho nunca nada para demostrarles lo contrario, creo que siempre han
estado muy contentos conmigo. Pero como soy lo sé sólo yo y nunca
se lo he contado a nadie, bueno no se asusten que soy normalito, al
menos eso creo. Voy a seguir diciéndoles
quién es mi familia que aunque tiene un poco de lío voy a ver si
salgo bien de él y que no se confundan. Nací en Valencia en un portal cochambroso porque en ese tiempo los portales
eran nuestra vivienda en el mal tiempo y el resto el aire libre. Mi
madre estaba enganchada a la droga, bueno creo por su aspecto que lo
sigue estando, y a pesar que le dijeron los médicos que era malo
para el embarazo pues yo nací bien y aquí me tienen. Es una buena
mujer, me imagino y yo sé que siempre a su manera me ha querido pero
a lo mejor no la han dejado demostrármelo. Así es la vida. Mi padre
es un tarambana , un perro muerto, un drogata y muchas cosas más pero
ya me callo; todo resumido en que es una mala persona y a mi madre la
hacía sufrir. Yo creo que por su culpa estaba mi madre en la droga
pero digo yo que vaya gusto que tuvo la pobre con la cantidad de hombres
que hay. Bueno, también le pegaba y en una pelea llamó un vecino a
la policía y vieron que estaba yo hecho una pena y me llevaron a un
centro de acogida. Tenía un poco menos de un año y viendo ya que
con mis padres no podía volver, al poco tiempo me dieron en
adopción y aquí estoy. Vivo en éste chalet que es muy grande y muy
bonito; tenemos una piscina, un jardín, árboles y todo con mucho
lujo. Tengo un padre, una madre, una hermana que no es mi hermana
porque ella me lo recuerda a diario , ah , y me olvido de la abuela,
ya muy mayor pero buena
mujer.
Ahora se preguntarán que hace un niño de 10 años la
noche de Navidad en el grandísimo salón del chalet sentado en una
mesa al lado de la chimenea con toda la familia por aquí y contando
una historia pues que no tiene nada de historia ya que no tiene tema
divertido o triste que pueda interesar pero como es la mía y no
tengo otra porque no puedo cambiarla pues la cuento para el que
quiera leerla. Bueno, de mis primeros padres ya he hablado y no
merecían más, sólo que mi madre no era mala y eso quiero que quede
claro. Después ha seguido con la droga pero es normal si te quitan
un hijo, y bueno de esto ya no hablo más . Ahora de mi nueva familia.
Un sueño. Mi padre abogado, siempre limpio, con sus trajes y sus
corbatas impecables, bien peinado siempre, su maletín de cuero
marrón con su nombre grabado en una chapa dorada, bien plantado y
firme al hablar, y hablar habla hasta dormido. Siempre está
hablando. Cuando vuelve del trabajo entra hablando, cuando come no
para y no se como puede hacer a la vez las dos cosas sin ahogarse y
luego dale que te pego hasta que se duerme, y hasta dormido tiene pesadillas y también habla. Está obsesionado, y ahora qué callado
está y con qué ojos tiernos me mira; bueno a lo mío que me
descentro. Éste padre gana mucho dinero, no nos falta de nada y yo
soy el centro de atención, mejor dicho lo era hasta que nació mi
hermana, y es que ya no la esperaban y yo como ya estaba pues seguí
y a los dos nos trataban igual, al menos eso yo siempre he creído.
Ésta madre tampoco es mala mujer; siempre me ha parecido un poco
tonta pero con el dinero que tiene es normal, de todas maneras es mas
tonta cuando habla con alguien porque le cuenta cada montón de
payasadas y embustes, siempre subiéndose
por encima de todo el mundo, que da nauseas, pero luego en casa es muy
normal, que todo es apariencia. Aquí en casa no levanta la voz y a
mí siempre me habla muy dulce y me da muchos besos, ahora ya menos
desde que soy más mayor, pero sé que me quiere. A mi padre siempre lo
está escuchando, tampoco puede hacer otra cosa, y sólo habla
respondiéndole, no, si, muy bien y cosas así. La abuela me ha
contado lo contenta que se puso mi madre cuando yo llegué y lo que
cambió todo ya que estaban obsesionados con tener un hijo aunque
fuese adoptado. Después se quedó embarazada y nació mi hermana,
bueno esa niña que nunca dice que lo es, y ya ha sido todo una
fiesta desde entonces. En fin, pueden ver que somos una familia
modelo o un modelo de familia o como lo quieran llamar, yo digo que
somos como un sueño para muchos niños. Tengo todo lo que quiero;
un cuarto para mí solo y que está lleno de todo lo que un niño quisiera
tener. Ya no quiero juguetes como antes y tengo muchos libros, todos de artes marciales que es lo que más me gusta;
tengo un televisor y un vídeo y un montón de películas de chinos de
todas las artes marciales . Creo que las tengo todas. Mi padre, cuando sale al mercado alguna nueva, sin yo decirle nada me la trae y
alucino. Me encanta luchar como ellos y me paso muchas horas imitando
sus gestos y movimientos. A mi padre le gusta que sepa defenderme y
pasa muchos ratos en mi cuarto cuando está en casa, eso sí , sin
dejar de hablar.
Me gustaba mucho Bruce Lee pero ahora mi ídolo es
Jackie Long y me siento a veces como si fuese él. También tengo
muchos juegos de la Play, y los de lucha son los mejores. También estudio, voy a un colegio privado y también mi hermana. Mi padre nos lleva y nos recoge en su impresionante coche
para envidia de muchos; me hace sentirme importante aunque sé que no
es mi verdadero padre. En los estudios voy bien sin
más aunque soy un poco distraído; a veces me habla el profesor y
tiene que tocarme para que vuelva a éste mundo ya que me quedo pensando en
no sé qué y pierdo la noción del tiempo; yo me enfado mucho cuando
me toca alguien y me pongo muy agresivo, pero no sé porqué. El
profesor ya tiene cuidado y me evita para, a lo mejor, no tener
problemas con mi padre, y cuando me ve transpuesto me grita fuerte mi
nombre: ¡Jaime, Jaime! hasta que vuelvo a este mundo; no sé, puede ser que
crea cuando me tocan que quieren pegarme o yo qué sé.
El otro día me caí del patinete eléctrico en mi casa y me dieron
puntos en una pierna, ¡Madre mía, que dolor! Cuanta gente a mi
alrededor por nada, vinieron a verme amigos de mis padres y todo. Me
doy cuenta de que me quieren pero a su verdadera hija la quieren más aunque no lo digan y es
normal. Lo disimulan pero yo se lo noto por la fuerza que besa a su
hija, la pasión que pone y los gritos que le pega, que se oyen por
toda la casa, y a mí no recuerdo que me lo haya hecho; también noto
que está con ella mucho rato y conmigo algo menos. No crean que lo
digo porque sienta celos de ella, es sólo un comentario que estoy
haciendo y que no tiene ninguna importancia. Y la abuela como está
vieja y chocha, yo qué sé, me da igual; aquí parece que no pinta
nada, es como un bulto que come, va al baño y duerme, bueno, encima
ronca. La pobre no sirve para nada, sólo para estorbar.
Ya se acercaba la
Navidad y escribí una carta enorme a mi padre, el Rey Mago, con una
lista que ya llevaba un mes pensando y en la que parecía no faltar nada, en cabeza que más deseaba, una catana, pero no se asusten, la
quería casi real pero con la hoja de plástico duro que todavía sé
que soy un niño. Ya estoy harto de hacer prácticas con los puños y
quiero hacerlo como en la película que ahora más me gusta de Jackie
Long y que me conozco al milímetro. Hay una escena de lucha en la que
tengo memorizados todos sus movimientos y para hacerla mas real me
falta la catana.
Yo deseaba que llegara éste día como un loco por tenerla; todos los
otros regalos me daban igual , aunque también los quiero, más juegos
para la Play, 10 películas de chinos nuevas o antiguas, un traje de
samurai, un tren eléctrico sólo por variar y cosas menos importantes
como figuras de guerreros de mi tamaño para ponerlos por mi
habitación y un dragón. Va a parecer mi cuarto el decorado de una
película con todo esto y con el puente que me regaló para mi
cumpleaños que mide 2 metros de largo y tiene sus pasarelas y todo.
Lo tengo puesto en el centro del cuarto y cuando lucho subo por él y
salto, que si me viese algún director de cine seguro que me
filmaría. Bueno, ¿ya que me queda que contar?, ah, que volvimos a
poner un gran árbol de navidad con muchos regalos colgados, que me
daban igual porque siempre son los mismos, y que para la comida lo que mas me
gusta de todos los años es el postre, una enorme tarta de chocolate
que está riquísima. Hummm.. Bueno, ya está aquí el día, toda la
familia en el salón y mi hermana y yo abriendo regalos. Yo buscando
como un loco algún paquete que fuese largo y se pareciese a una
catana, los que abría y no eran los echaba a un rincón, estaba
ansioso y ya casi en el ultimo que mi padre había camuflado la
encontré. Mi hermana a mi lado sacando muñecas, una que habla, otra
que ríe, otra que canta, su cuarto era un ejercito de mujeres, ¡menudo ejercito! Y yo mirando de arriba abajo mi catana, ¡era
perfecta!, preciosa y casi real; la hoja tiene el mismo tono que el
acero pero no corta y es perfecta para mí. "Ahora nos tienes que
hacer una demostración" me dijo mi padre al tiempo que sonó el
timbre. Abrió la abuela y no pudo evitar que entraran un hombre y
una mujer que yo no recordaba de nada pero al empezar a hablar y
decir lo que querían me imaginé. Eran repelentes; sin peinar, de
cara descompuesta y la ropa,¡ Madre mía!, pero si eran… , ¡uf, vaya
un cuadro!, mis padres a un lado y mis padres al otro, y empezando a
gritarse. Vaya aspecto de unos y de otros, ni lo uno ni lo otro era
presentable. Yo creo que la felicidad debe de estar en medio. Los
pobres no debían de estar aquí pero sólo querían verme. No sé como se enteraron donde vivía y tal vez en éstas fechas tan de
familia se les ablandó el corazón, o la droga se les subió a la
cabeza, o yo qué sé . Mi padre, el limpio, no hacía mas que
decirles que era abogado y que los iba a empapelar; mi madre
sujetando a mi otra madre para que no se le ocurriera abrazarme pero
se le escapó y me apretó con fuerza, ¡como olía!, y a ver ¿quien se creía ésta mujer que casi no conozco de nada para abrazarme?, ¡puaf, que
asco!, ¡por poco me ahoga, y daba nauseas!, ¡al menos se podía haber lavado la muy
guarra! Mi padre, el sucio, era un impresentable como me contaron, tenía los pelos de punta y de varios colores, no pude contar los pendientes
de cada oreja, bueno, ahora si puedo, a ver, 4 en la izquierda y 6 en
la derecha, ¡vaya pájaro!, la ropa toda negra pero sucia y
desgastada, y cuando chillaba a mi otro padre veía que apenas tenía
dientes; una pena de hombre. Golpeó a mi padre, el limpio, y menudo cuadro había, mi madre, la guarra, abrazándome que no me
soltaba, mi padre, el limpio, por el suelo, el otro riéndose y
enseñándonos los pocos dientes que tenía, mi madre, la limpia,
llorando, bueno, gritando a pleno pulmón , mi hermana llorando
abrazada a dos o tres muñecas y la abuela en un rincón asustada
diciendo sin parar “sinvergüenzas, sinvergüenzas” que nadie
oía. Ya no pude soportarlo más, así que empujé a mi madre que cayó sobre
el árbol de Navidad y rodaron por el suelo, levanté al aire mi
catana que no había soltado y me fui a la cocina con el traje de
samurai que me puse en un instante. La mejor escena de la película
de mi héroe Jackie Long era una lucha con la catana y una espada que
no tenía pero sí el cuchillo largo de cortar el jamón. De un salto
volví al salón y di un grito. Todos frenaron el griterío y se
extrañaron al verme. Mi padre, el desdentado, fue el primero en
caer, me planté frente a él y lo volví loco mirando mis armas
dando vueltas en su misma cara; frené, elevé suavemente la catana
por su cara y mientras seguía su vuelo le clavé el cuchillo
jamonero en la barriga para que cerrara para siempre esa boca sin
dientes. Mi madre, la guarra, se me acercó chillando, la esquivé y
al volverse le corté la garganta y alivié por siempre su pena. Lo
que sigue puedo jurar que fue un accidente; mi padre, ya no queda
otro, quiso quitarme el cuchillo y se abalanzó hacía mí al tiempo
que me volvía sin dejar de mirar la cara que se les había quedado a
mis primeros padres. Se clavó el cuchillo en el corazón hasta el
puño y caló por detrás; no pudo ni abrir la boca, cosa rara en él.
Ya lo demás no tuve más remedio que hacerlo. Mi madre se puso
histérica, y yo a pesar de todo ya no quería hacer nada más, y había
bajado mis armas, pero se me acercó y me abofeteó la cara; ya
saben que no me gusta que me toquen y ni mi madre, ni hostias, a la
mierda. A mi hermana, bueno, ya estaba empezando a tenerle manía,
pero no por celos que quede claro. La abuela no me importaba nada pero
pensé que sola en el mundo ya serviría todavía para menos y le di
eterno descanso.
Ahora, fíjense qué cuadro, yo aquí el día de Navidad, sentado en el salón de ésta
casa, comiéndome toda la tarta de chocolate mientras escribo en ésta
mesa al calor de la chimenea todavía con mi traje de samurai y mi
catana al cinto, y con toda mi familia en casa en silencio y con la
mirada perdida.
Ah, pero no se preocupen, que ya he terminado de escribir y yo mismo llamo a
la Policía.
(2001)
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