No
suele tener lo malo un adiós
prematuro.
Rey de los nuncas
acaba
siendo un hoy inclinado.
Raro
es derribar al destino. Raro
eludir
la sombra que viene debida.
El
daño que no tiene conciencia de ida
lo
halla de vuelta en el tiempo
que
no se termina. La ventaja
que
de pronto ataja la inesperada
quietud,
el fin de los astros. Por
esos
nuncas hay mucho inhabitable.
Por
eso luego en este mar,
y
solo a la deriva.
Excelente tu poema, Juan. Si me das tu permiso, lo comparto en Facebook. Abrazos.
ResponderEliminarDesde luego Marcos, y encantado de que te guste. Un abrazo
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