Me
dicen que espere al pie de la nada,
a
que todo pase, pero
no
voy a dejar sin mí los instantes.
Me
piden estar solo al acecho,
que
nadie sepa si digo, y
no,
no voy a fingir las noches en vela.
Cualquiera
diría qué pronto has llegado
donde
nunca pensaste, pero yo
cambiaría
pronto y nunca por tarde y siempre.
Se
alegran, me quieren bien
cuando
acabo escribiendo, y regreso
al
sentido dado a cada día. “Da
igual,
tienes cabeza, deja para luego
que
te recuerden”. Lo sé. La vida
escribe
en el agua, que en sí es la vida,
su
palabra es envejecer sin preguntas,
escribir
solo podría recordarles el hambre,
y
no están de acuerdo.
Y
da la impresión que borran la noche
que
yo siempre vuelvo mañanas. Y es verdad
que
guardan sus ojos, cuentan las pérdidas,
pero
a mí no me sienta esperar. Llueve,
luego
voy.
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