De pronto sonriente
tu voz se escuchaba distante,
acaso simplemente
diría como un susurro,
o como un quejido,
o prefiero no saberlo.
Juntos en un cuarto anónimo
dejamos transcurrir otra tarde de
sábado
y a veces en ese fragor
de la plenitud del instante
tu mente agrietada desvaría.
Tienes en la mirada esa inteligencia
de saber sobrevivir a todo
y la ofuscación de las ilusiones
perdidas,
un refugio placentero
y un turbador horizonte de marina
soledad.
Tu locura pasajera desvela de nuevo
intacta
tu arrogancia,
calmas tu ímpetu y aparece la frialdad
del árbol desnudo en otoño,
la angostura de una calle estrecha y
empinada,
inabordable sin ánimo,
y practicas la lenta mirada de los
viejos,
esa actitud que destapa tu
desconfianza.
Vives conmigo la libertad
del animal resignado a su esclavitud,
el desahogo como algo necesario y
deseable,
pronto el amor como un dolor que
empieza
a ser molesto.
Vives conmigo una decisión
precipitada,
un impulso subversivo.
Es duro reconocer una decisión
equivocada,
sin futuro, sin esperanza.
Porque nadie cambia jamás en lo más
profundo
vuelves a ser esa mujer
que está muy lejos de mí.
Como dos extraños nos adentramos en el
anochecer,
en la hora de la despedida,
entonces volvemos a enfrentarnos
y un sonriente hasta el sábado,
un beso apasionado,
dan un respiro
a lo probablemente irremediable.
"Es duro reconocer una decisión equivocada,
ResponderEliminarsin futuro, sin esperanza, porque nadie cambia jamás en lo más profundo...vuelves a ser esa mujer que está muy lejos de mí..."
Me gustó mucho este poema, Juanito, de veras lo sentí muy profundo y me encontré a mi misma, tal vez porque sea la dura realidad de muchos.
Gracias Diana, me alegra que te guste. Es cierto que a veces hay situaciones que se dilatan sin sentido, solo por ese apego a la rutina. Un beso querida amiga
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