Bulle en éste relato, dos, tres…
el amor, la rutina, el anhelo… de quién sueña, siente, imagina… la mujer que
debe, sufre, quiere… y cada encuentro es así inevitable porque lanza al vuelo
la paloma con el mensaje de amor en sus labios cuando patea las altas cumbres
exploradas sobre una hermosa adolescente que le abre sin pudor sus pétalos de
rosa… Recibe la carta y es lo que esperaba, la pasión contenida en el lugar concertado
se repite y era su primera vez… Ella besó la misiva y noto su fulgor en el aire,
los cuerpos desnudos buscan lo que saben hacer al atardecer de su experiencia
pero era albor éste cuerpo desnudo que no sabía nada y conducía su mano… Desnudó
en su pecho sus palabras amándole a gritos en silencio mientras buscaba algún síntoma o algún leve motivo que
no fuese arrepentimiento o sentimiento de culpa penetrando por su mirada tierna
a su cuerpo delicadamente suyo y temeroso, inquieto… Al fin había entrado en la
profundidad de un pensamiento ansiando dar, recibir amor y buscaba, buscaba y
no había nada, sólo un efímero abrigo en la soledad tardía y disfrutó, disfrutó gozando lo que era
mentira.
(2.003)
A veces la imaginación nos da más momentos felices que la propia realidad.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
No está mal imaginar cosas, si no hacemos mal a nadie, y siempre con los pies en la tierra, claro. Un abrazo Elena
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