La tristeza,
hacia atrás,
fortalece el
ánimo.
Decrece en el
pensamiento,
y en su propia
desgracia.
Niño que mecen
las voces que
duermen, si no
enfría su luna
la lejanía
de la llama. Lo
más
triste de lo más
triste
es su todavía.
Las viejas fotos
frente a una
silla cruzada
de brazos.
Qué bueno, Juan. Poema retrospectivo con un final estupendo, esas viejas fotos y esa silla cruzada de brazos, es genial. Un abrazo.
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