juanitorisuelorente -

domingo, 27 de octubre de 2013

ESTÁ (Relato - poema)
























  • Hola
Su saludo ondea en mi duermevela, y me vacila. Acompaña a una frase que he repetido en él decenas de veces, y que olvidaré si no anoto. Enciendo la luz. Son las tres de la madrugada.
  • No me gusta lo que haces – le reprocho, tras culebrear en la pagina en blanco: “Está. Crece solo de saberlo”
Me mira como siempre hace, altiva, sonriente, algo
distante, plena siempre de hermosura.
  • Anoche estuve dos horas esperándote – le espeto con sequedad – podría haberlo hecho solo, pero para qué, si siempre me lo tachas. Eres la hostia.
Hace ademán de contestarme. Extiende su mano. Le pido que espere. Me viene a la mente el segundo verso: “Lo escrito deja un rastro de estelas de mar”.
Leo. Lo que escribo carece de sentido, aunque tenga una idea vaga en la cabeza, algo que quiero expresar sobre una mujer cuyo rostro tengo ante mis ojos.
Ella la mira, sabe lo que quiero mejor que yo, sabe que la quiero, que deseo decírselo, pero sin decirle absolutamente nada.
Luego me mira a mí. Es hermosa, siento que me dice, y una gran mujer.
  • Lo sé
Quedo un instante en blanco. Necesito algo que levante el poema. Que sea eje de su fuerza. Algo que solo ella haga suyo, sepa suyo.
Digo dos o tres frases, y todas las rechaza. Asgo con fuerza solo la primera palabra, luego dudo entre dos, pero ella me dice que no. Vuelvo a mirar a mi niña, cierro los ojos y me recreo en algo que hemos vivido, muy reciente, parco en palabras.
Lo comparto con ella, vuelve a pensar de mí: “Tallado en piedra confunde la palabra nunca”.
  • ¿Qué quiero, qué quieres decir? - ahondo en su significado
“Existe contradiciendo su inexistencia”, he de anotar sin que me deje respirar.
Entonces reculo. Y releo: “Está. Crece/ solo de saberlo./ Lo escrito deja un rastro/ de estelas de mar. Tallado/ en piedra confunde la palabra/ nunca. Existe contradiciendo/ su inexistencia...”
  • Su inexistencia...su inexistencia... - susurro - ¡existe, claro que existe....!, aún distante – digo dirigiéndome a mi niña con un cariño inmenso
Luego levanto los ojos hacia ella, ella que repite “Distante”, y añade, “de ser, siendo”.
Me recorre un escalofrío. “Distante de ser, siendo”. Qué auténtica verdad. Porque ella está, y no necesitamos otra explicación.
Me encanta. El poema va por buen camino. Lo releo. Una y otra vez. Pienso ahora en su extensión, si recrearme en otros cuatro o cinco versos más. No tengo sueño. La imagen de mi niña no deja de mirarme, en su mirada percibo su dulce ternura, e imagino que siente el mismo amor que yo le profeso.
Regreso a mi musa. Pero su imagen se ha desvanecido. Mi mente se ha quedado algo fría.
  • Eres la hostia – le repito a la nada más absoluta
Es la hostia. Vuelve a dejarme colgado. Y yo tengo mi amor propio. Sabe que es imprescindible, pero ya estoy harto de que su santa voluntad me toque tanto los cojones. Así que este poema lo acabo yo por eso mismo. Ya está, ni musa ni hostias.

Pienso un rato....un rato largo.......joder, demasiado largo.....

Releo de nuevo lo escrito. Hoy no doy para más. Creo que voy a conformarme con lo que hay. Y me repito resignado: ya está, está, y no necesitamos otra explicación.
Lo añado, y me resigno a su suerte:

ESTÁ

Está. Crece
solo se saberlo.
Lo escrito deja un rastro
de estelas de mar. Tallado
en piedra confunde la palabra
nunca. Existe contradiciendo
su inexistencia. Distante
de ser, siendo. Está. Y no

necesitamos otra explicación.

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