Hablar y hablar hasta quedarse solos siempre ha sido tarea
de unos pocos, al igual que andar y andar, continuar andando en solitario
cuando los demás se sientan a esperar al resto.
La compañía no sirve para ciertas cosas. Arropa al tiempo
que diluye.
La soledad es un arma que usan a ratos quienes han de hacer,
decir, completamente solos, un afrontar y afrentar al mundo desde la necesidad
y no de la valentía, desde el convencimiento y no desde la osadía, aunque
osados y valientes haya que llamarlos. Y a menudo inconscientes
o imprudentes.
Hacer, decir, señala pero también abre caminos que otros
siguen sin mancharse, que usan como propios e incluso enarbolan.
Dejarse ver a la gente, a la masa, al avenimiento o al enemigo,
pone a tiro, da pie al murmullo, a la crítica siempre, a la indiferencia luego.
Indiferencia que es al arma que cultivan sus líderes, canto cobarde de la
mayoría en su vagar seguro y gelatinoso.
Nada crea un vivir plácido, un vergel interior, un desganado
impulso, un cobarde silencio. Nada crea un grito desgarrado sin identidad. Las lanzas
de la ira, las manos de la esperanza, necesitan rostros y nombres, pioneros que
claven sus picas en tierra inhóspita, inmaculada, y marquen espacios, lindes, que otros cercan.
Pero ese es el milagro, la grandeza de la aventura. Lo
superfluo de la rutina.
Al perseguir lo oculto el primero se puede acariciar la llama.
Su ardor y sus peligros.
Hay una máxima que dice: Si tú cambias el mundo cambiará.
ResponderEliminarYo no creo que los cambios llegan desde el exterior. Desde el exterior llegan las revoluciones.
Reflexiva entrada Juan.
Un beso
En el interior yace el inconformismo, y si bulle erupciona al exterior. Para mí, en éste momento y sin pensarlo detalladamente, quién lidera una idea en principio solo es un inconformista. Gracias Marian, un abrazo
EliminarEs este un tiempo donde se necesitan pioneros, me temo. Un texto acertado, Juan. Un abrazo.
ResponderEliminarSe necesitan pero sus voces se diluyen entre la masa. No se puede gritar con todos, hay que hablar, gritar a todos, aunque cuidadín, tal está el patio. Un abrazo Marcos
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