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Culebrea tu imagen entre la nada
-culpa tienen las miradas en rebeldía-.
Haces -y mis ojos- señales
sin señal alguna -milagros de la técnica-,
ese quiero pero no quiero,
ese necesito pero no necesito,
en pinceles que juegan
a dibujar solitarios a dos cuerpos inquietos
-soñar por soñar, como si fuera-.
-culpa tienen las miradas en rebeldía-.
Haces -y mis ojos- señales
sin señal alguna -milagros de la técnica-,
ese quiero pero no quiero,
ese necesito pero no necesito,
en pinceles que juegan
a dibujar solitarios a dos cuerpos inquietos
-soñar por soñar, como si fuera-.
Tu poema como el sueño de un dibujante, de un pintor. En definitiva, soñamos todos. Un abrazo.
ResponderEliminarLa mente retiene una imagen, un gesto, y dibuja el poema. Es bonito, a mí me encanta dibujar lo que han visto mis ojos, saber que un poema en particular, aunque no lo diga, tiene una cara, un cuerpo y un nombre. Un abrazo Marcos
EliminarSiempre he envidiado a los que dibujan, sea con lápices, óleos o poemas. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarHola Fernando. A mí siempre me ha gustado escribir y dibujar, pero en el dibujo sólo el esbozo, la caricatura, que en tres trazos se perciba lo que digo. No he cultivado bien ni una cosa ni la otra, pero bueno, en ello ando. Un abrazo
Eliminartu poema me ha recordado el culebrear de una serpiente. No sé por qué, pero me ha venido esa imagen. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
jeje, hola Javier, sí, el inicio un dibujo suele parecer un nido de serpientes, pero por suerte es algo que desaparece en cuanto se unen los trazos, suerte porque detesto a esos bichos. Un abrazo
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