Se me acerca
Mari Loli. Me extraña porque hace años que no cruzo una sílaba con
ella. La verdad es que no es una persona que me agrade.
- Hola Juan – me suelta con su aire prepotente - ¿puedo hablar contigo?
- Vale – le contesto en dos sílabas
- Pues verás – y empieza de corrido, como estudiado – tú me conoces, sabes que no te trago ni muerta, que me da rabia oírte, podría decir que me produce nauseas, pero bueno, todo eso ya lo sabes... - sonríe
- Claro, pero no es compartido...a mí solo me importas una mierda
- Ya – vuelve a sonreír – pero, a lo que voy..., tengo un problema, algo que me roe, y nadie como tú para sacarme de dudas, para decirme la verdad a la cara, la necesito, de veras - me mira ahora seria, como suplicante
- Tú dirás
- Conoces mi vida, todo lo que ha pasado, que no me ha salido nada derecho. Tengo mi genio, pero no me considero una mala persona, llevo la voz cantante,eso sí, hago mi santa voluntad, también, he intentado joderte la vida todo lo que he podido, no lo niego, te he calumniado una y mil veces, con razón a mi entender, te arrojaría a los perros si pudiera, porque sé que te lo mereces, te odio a muerte porque solo verte envenena mi sangre...Y hoy me he parado a pensar. A ti te va bien en la vida, la gente te quiere, reconocen tu valía, valía que a mí me retuerce las tripas..., en cambio yo...me han despedido, a mi edad, de mi trabajo de toda la vida, me dejó mi marido, mis hijos no quieren saber de mí, apenas conservo alguna amiga...a muy pocos les interesa lo que me ocurra...
Se detiene. Me
mira fijamente a los ojos, con una frialdad que en mí no logra echar
raíces. No es fea, pero la rabia la envejece, tiene un físico
agraciado, una voz melosa, suave, un cebo para los novatos, para su
marido que cuando abrió los ojos ya era demasiado tarde. Pero para
mí siempre ha sido alguien inexistente.
- ¿No me dices nada? - presiona a mi mudez
- Loli, si no existiese el odio ni la envidia la vida sería aburrida...
- ¿Tú me odias?
- Nada, para nada, yo no siento nada por ti, todo el daño que me has hecho te ha rebotado, el odio es todo tuyo
- No lo entiendo – susurra cabizbaja – yo necesitaría sacarte los ojos para ser feliz
- Pues para ser feliz yo no te necesito
Gimotea. Pero es
mentira, no recuerdo haberla visto nunca llorar.
- ¿Quieres un pañuelo? - le espeto a modo de chiste
- ¡Eres despreciable, me das asco, ojala te...te...!
- ¿Me muera?, je je...eres mala, pero eso te alimenta, las personas como tú solo están en este mundo para eso
- ¿Soy mala...en serio?
- Bueno...un bicho, un demonio, una víbora, una rata, una cerda...una pobre infeliz
Desclava la
mirada de las baldosas. Le brillan los ojos.
- Gracias – susurra – nadie ha tenido nunca cojones a decirme eso
- Solo es la verdad, seguro que todos lo han pensado
- Y me alegra saberlo...porque ahora seré mala a conciencia
- Yo nunca te he hecho nada...
- Ya...pero existes
- Vale, tú misma
- Lamentarás haber nacido...engendro...buen hombre...
- Adiós Loli – me despido luciendo mi apatía
Refunfuña a mi
espalda. Antes de llegar a la esquina me giro, y continúa mirándome
con un gesto suyo muy peculiar.
Del amor al odio solo hay un paso, y del odio al amor poco más. Hay personas que necesitan que le digan la verdad a la cara, porque su verdad, la que le corroe, no le gusta. La Loli de la historia es valiente y se nota que de alguna manera, a pesar de sus formas, pudo estar enamorada de quien odiaba hasta el máximo. Pero mira por donde tuvo el valor de preguntarle precisamente al que poco o nada necesitaba saber de ella. Pidió cambio de un billete de 50 y recibió a cambio otro de igual valor. Nada se quedó por el camino, por lo tanto cada uno guarda en su corazón aquello que nunca se hubieran entregado mutuamente. Pobre Loli, posiblemente al volver la esquina murmuraría: "Si lo sé no le pregunto, de todas formas ya sabía su respuesta, habrase visto el figura, que se habrá creído. Él se lo pierde, o yo, en fin, que le den..o a mí...yo que sé, vaya líos que me monto". Cualquier complejo es suficiente para deshubicarse.
ResponderEliminarEl que odia se odia, José, es la más acertada definición
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