juanitorisuelorente -

viernes, 6 de septiembre de 2013

RÍO DE CENIZA



Hace tiempo escribía en la orilla opuesta. Solía pensar en los demás, en los sudores y sus resignaciones. Confiaba en la frescura del oficio, en lo lógico por llegar, y nunca en la integridad como milagro. Fueron años de labores cuidadas, y trasfondos distraídos. De exprimir interiores, desoyendo otras explicaciones, esas que intentaban justificar su ineficacia para seguir y seguir hasta el infinito. La labor creativa, en cualquier ámbito, necesita aislarse de lo superfluo, delegar todo lo que la circunda a otras personas. Y confiar, o no, en ellas. Yo sí, yo confío. La confianza es como en el amor, no puede haber amor si no hay confianza. Luego, claro, viene, el tiempo sin solución. El mal de los confiados. Porque la confianza suele preñarse del ausente.
Como decía, escribía hace tiempo en la orilla opuesta, y tuvo que cruzar a nado mi cuerpo cansado, secuestrado de horizontes, por un río de ceniza. Y así, cantar la pérdida, exaltar lo que fuimos, los instantes encendidos, no existe humanidad...para qué.
Ahora escribo en mi propia orilla, cavando adentros, viendo volar cenizas sin convulsiones, con la tristeza en gestos equívocos, desatado de sangres diluidas, libre en plena oscuridad.
Vestido de hoy, y mañanas por venir.
Ahora escribo como si mucho comenzase, con puentes abiertos a recibir nuncas de verdad.

Porque la vida no termina nunca.  

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