Es
precisa la dirección.
Lo
demás, a fuerza de mendigarse, solo seguirá dando vueltas y más
vueltas a alguna llama.
A
la deriva están bajo control, a la vista, ciertas islas, pero ser
naufrago nunca es agradecido.
Aterra
el sol sombrío a los rostros luminosos, se vuelve tierno, se arruga,
todo lo desprendido. Y todo parece implacablemente lento, poco se
espera de lo que no aciertan a entender del todo, lugares
desconocidos e ignorados en la lucha futura.
Nunca
es recta la línea a seguir, pero su flecha señala el horizonte.
La
manos no están dispuestas, el inicio lo creen insignificante,
insuficiente,
pero
todo pájaro que parte de su nido ha de desplegar sus alas.
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