juanitorisuelorente -

sábado, 29 de octubre de 2016

ROMANCE SOLITARIO

(Imagen de la red)















Solo ponernos a prueba
y saltamos en pedazos,
¿qué columna sostenía
lo que nunca haría daño?
Comenzamos muy pequeños
apretándonos las manos,
a que un roce fuese un mundo,
a nuestros sueños postrado,
batallando por los ojos,
advirtiendo su milagro.
Fuimos saltando las piedras
y ante el pretil del acaso
el espanto de esa dicha
hizo crujir a los labios,
y destrozó cada hueso,
y se juró ser esclavo.
La despedida era otoño,
y como ramas del árbol
abríamos nuestras venas
al pájaro solitario,
cobijando su palabra
por el tiempo sin cansarnos.
Mil te quiero de papel,
a los ojos firme y claro,
fueron parte de la lluvia,
sus caricias y sus clavos.
Era el albor de las esquinas
como quién pasa de largo,
del instante prisioneros,
muchas veces de hoja en blanco,
pero pudo solo vernos
mantenernos caminando,
a veces un hola tibio,
y muchas adiós de gato.
Las migajas de la carne
dejaron su luz en alto,
no iluminan el mañana,
lucen tenues si las llamo,
si les acerco una vela
más se alejan al pasado,
bellos momentos de agua
que navegamos sin amo.
En lo oscuro de la rosa
hay azules en el tallo
y que sangran como lágrimas
que ya no recoge el vaso,
el pétalo no lo alcanzan
y caer rompe los lazos.
Está en manos del silencio,
de morir en los tejados,
en los pliegues de una nube,
en la luna, o lo más bajo,
en la más triste miseria,
indigente y sin amparo.
Solo es ponernos a prueba
y saltamos en pedazos,
¿qué columna sostenía
lo que nunca haría daño?

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