juanitorisuelorente -

martes, 9 de agosto de 2016

EL AMOR, Y A LA PALABRA

(Imagen de la red)


















Naces caligrama. Tú en la palabra, la palabra en ti, en la hoja blanca.

Escribo tu piel de aquel día de miedo y brasa. De muñecas y aventura, de encontrarte tras las ramas. De abrazarte hasta morirme sintiendo mía tu alma, hasta hundirme en el abismo de tus lunas y tu garganta. Escribo tu pecho con mi cara apretada, girando y girando mundos con la lengua como una lapa. Luego escribo tu pelo con hilos de lluvia mansa, en las cejas nuestros nombres, y en los ojos lo que mata: las lanzas de la sangre que el corazón nos clava. Escribo en tu nariz apenas una raya en el agua, una hoja que se arquea y un punto en su atalaya. De par en par nacen tus labios como orillas de una playa, donde pasear por la arena o perdernos entre las cañas. Luego escribo tus brazos y tus manos en mi espalda, la desnudez oprimida y los latidos como mazas. Escribo en tus oídos que mi sangre entra en tu cara, que sube y baja del cielo con tu mano entre mis alas. Una letra en tu ombligo y más abajo una línea ancha, primero escribo a la estela y la espuma que levanta, luego al beso, al lamer el agua y el suspiro que te arranca, luego al sumergirme en el azul y al ahogarme en sus entrañas. Al fin escribo en tus piernas que ya está el mar en calma, que apretar la desnudez y los besos de otra raza es el placer más sublime que al amor se amuralla.

Ella y tú, y eres caligrama, tú en la palabra, la palabra en ti,

y mi voz descalza.

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