juanitorisuelorente -

miércoles, 31 de agosto de 2016

TRES BESOS

(Imagen de la red)























Uno,
el del signo mágico
y la boca pequeña,
dulce y clemente,
el de una ausencia blanda
y compartida
cuyo nombre había olvidado.
Dos,
cae la palabra
de todo amanecer,
descubre estrellas fugaces
con el alma atrapada,
y desciende a un latir profundo
la espiral en su naufragio,
a la boca que la frena.
Tres,
se desborda el mar,
crece la hierba
del abrazo más desierto,
primero blanco, y pronto
tiempo que arroja el ancla,
que aprieta la existencia,
cada camino o señal
que diga lejos. Luego
nos ofrece los ojos,
el enigma y su canto
de días descalzos,
de fuego y piedra,
abre la puerta al olvido,
a la bestia de los labios
que nos bebe la piel,
el aliento y la sangre

que el deseo nos derrama.

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