juanitorisuelorente -

jueves, 19 de septiembre de 2019

LA CASA

(Imagen de la red)


















Van construyendo te quieros
todas las manos del alma
en el solar donde el mar
quiere de sangre su casa.
Ya cimentaron los nombres
los corazones sin habla
hasta el nivel de los ojos
desde el fondo de la llama.
Pronto paredes a besos
y el forjado en la palabra
van por encima del tiempo
para embriagarnos las alas,
hollando cielos arriba
lo que “Nosotros” nos guarda.
Entre pilares de luz
y tras las verdes ventanas
remataremos el techo
con los brazos en la espada,
poco a poco la cubierta
con la boca en la garganta,
y los remates de adentro
con la carne enamorada.
Una casa de la lluvia
para vivir bajo el agua,
una casa muy sencilla
para volar al mañana.



jueves, 12 de septiembre de 2019

LA QUEJA





















Tenemos instaurada la queja. Somos de quejarnos. A lo que funciona buscamos el pero, y a lo que no, obviamente, con más motivo.

Las romerías de mi niñez tendrían su pero aunque en el tiempo las recuerdo como muy entrañables, muy familiares y concurridas, donde no faltaban el ascua, la paella ni a Los Neliab en la verbena.

Romería, que fue derivando en otra cosa, en tres semanas de juerga sin control donde la bebida era la imagen que adorar, y bueno, La Patrona quedaba relegada a verla pasar durante cinco minutos, a hombros o acompañada por una multitud devota que, pasada la misa y la procesión, tomaba el camino de casa, del chalet o del restaurante.
Y recuerdo que, entonces, el sentir general, la queja, era que se había desvirtuado, desmadrado, el sentido de la romería.

Pero pronto llegó la restricción de hacer fuego y no tardó en apagar al llama a una juventud que ya andaba anclada a su recinto fijo, su botellón de todo el año, donde caben todas las fiestas.
Y así, Zocueca fue perdiendo fuelle, atractivo, hasta que quedó desierta.

Hoy, en Zocueca, el ambiente romero está lejos, a siete kilómetros. Allí se ha instalado el ascua, la barbacoa y la verbena. Verbena a la romería de parecido con una a San Juan, a la Virgen de los Dolores, por ejemplo, porque allí hay alusiones pero de Zocueca ni rastro, aunque el domingo resucite de 6,00 a 13,00 horas, siguiendo una tradición en la que más de media ciudad se vuelca con una tradición encomiable.

Pero claro, esgrimiendo la queja.



miércoles, 11 de septiembre de 2019

CINCO A LA RAZÓN

(Imagen de la red)














1

Mis hombros cargan tu ausencia
y los moldes del abrazo,
de tus labios sigo el trazo
del vagar de la inclemencia.
Tan notoria es la abstinencia
y las fauces del deseo
que entre la nada te veo
y entre todo lo más grande,
que aunque la sangre desande
tu corazón andurreo.

2
A ti conducen mis venas,
al latir de tu palacio,
donde te escribo el prefacio
de tantas bellas escenas
que van sangrando ya plenas
al confín de un universo
tan solo en tu nombre inmerso
y el azul de nuestras cosas,
aunque algunas son dolosas
y andan en sentido inverso.

3
Que copule el corazón
es lo único que importa
si el sentimiento que aporta
no es hollar sin ton ni son.
Cuando de amor es su don
todo beso es un te quiero,
cualquier roce el asidero
que lo mantiene en la brecha,
mas si la sangre se estrecha
se convierte en un florero.

4
Porque espero amanecer
paso noches a cuchillo,
a ser futuro me anillo
y a los idiomas de ser.
Tú me enseñaste a perder,
a buscarme al otro lado,
y abandonar el tejado
no fue una fácil tarea,
si era de baja marea
y de muy alto enlosado.

5
Pero caminamos sueños
aunque siempre los lapides
porque ya muerta presides
el reino de los pequeños.
Mas te esperan hogareños
aunque sea en son de plata
porque la vida retrata
cuando dos están a gusto
y el destino ha de ser justo
y la vida más sensata.

domingo, 1 de septiembre de 2019

DE LO PROFUNDO

(Imagen de la red)
















Porque la sangre brota, y huye,
en nuestra muerte
quedan huecos para la vida.
Duele
como abraza la piedra,
la constancia de la quietud,

como se obstina, y duele,
el rostro casi intacto
que busca por las pieles ingenuas,
por los ojos con manchas de pecado,
a la luz que consume toda tregua,
que nos enmudece y nos extingue.

Porque no nos habla un abrazo
y eso duele,
la complicidad no repara al abandono,
y duele
que el oído se conjure con los cielos que le bastan
para conquistar al tiempo que sigue hacia adelante
como eslabón de todo lo disuelto,
de la sed que no excava ni conmueve.

Perdimos hace siglos la alianza
en aquello que se siembra lentamente
y, como por primera vez,
se es joven en la luna que emerge
de las manos del ciego,
aunque duela
que en lo imposible de existir
la vida lata más allá de la sangre
abriendo caminos a lo injusto,
a lo profundo,
que se sigan marcando huellas
que no tienen sentido.



sábado, 24 de agosto de 2019

LAPSO

(Imagen de la red)

















Aunque siga prisionero
soy de seis de la mañana,
cuando todo es disiparse,
no hay regreso ni batalla,
cuando un sueño se resiste
a plegarse hacia la nada
y mi luz es de la noche
y mi corazón del agua.
Son momentos de oro viejo,
de una irrealidad esclava,
de sentirme navegando
por un mar de vida en calma,
si sentir no tiene cuerpo,
anda sorda la mirada,
y todo es de juventud,
de comienzo y carta blanca.
Esa paz que abre mis ojos
tiene en la conciencia el arma,
el sello del perdedor
incluso en grandes hazañas,
y en esa mínima estancia
en que los colores granan,
ese mar de regocijo
sin mal viento ni ola amarga,
deshace al mundo real
toda la carga que arrastra,
y me siento sin memoria,
sin futuro ni esperanza,
como una isla muy perdida,
como un punto en la distancia
-paréntesis que soterra
toda la inquietud del alba-.

domingo, 18 de agosto de 2019

NUESTRAS ENTRAÑAS (Del 1 al 10 (R))
















(1)
El tiempo camina.
Subebaja
e imita la infancia de una calle
en blanco y negro. Y hace de ella
un flash de identidad, un instante
perdido que exhibe su nombre
con alma dentro. Como un río de orillas
blancas con cuerpos de piedra
que miran lejos: la espalda de luto,
la constante conversación con el guardia civil,
la niña distraída, el perro
que duerme para siempre, el burro,
chuleando al empedrado,
y la iglesia,
al fondo,
firme, indemne,
-ella sí-
hacia lo eterno.



















(2)
A las sombras y al agua
las añora un desierto,
y a los viejos
las una de la tarde.
A la primavera de una plaza,
reducida
a un suelo de ceniza,
no le crecerá la hierba.
La tierra tiene coche
y el cielo pasa hambre.
Es lo moderno,
aparcado de por vida
en la memoria,
en otro triste y gran adiós

al hombro/e.
























(3)
Aquí bebemos por la tapa.
Comer es, por tanto,
el que bebe. Aquí
todo bar tiene de tapa
su historia, si tiene historia.
Somos así.
Si llena los ojos
alegra el vaso y llena y llena
cuerpos de luna eterna.
De aquellos que fueron
aún ronda el alma
por la carne que despunta
en abundancia. Y a esos, les damos
apreturas, ruido, suciedad,
y los cuerpos muertos como cultura
del abandono (sabemos morirnos).





















(4)

Nuestra alma es de barro.

De barro nos moldean
el nombre nuestras raíces.

De barro es la bonanza,
nuestro as de corazones.

Barro que,
si construye y decora
amamanta soplos
de rutilante eternidad,

pero solo es tierra,
si no llueve.















(5)

Es nuestro lienzo,
insigne, verde,
que la noche madura.
Que extiende el paisaje
hasta que el puño lo oprime
y los ojos se derrumban.
Un largo Paseo que habla
al tiempo despacio,
palmera tras palmera,
de las paredes del mundo,
y viste de calle o fiesta
a un apacible quietud de horas.
Va-y-ven, hasta que al azul
que acoge la luna desaloja,
quedando apenas una sombra,
alguna mano prendida
al silencio diáfano del granito,
entre los lejanos gemidos del agua
y el monumento a la memoria
presente,
si la paz que enarbola
es antesala de la noche.

















(6)

Reina en su pedestal
o peregrina sobre la luz
que nuestros ojos sostienen.
La esperanza le late
de los mundos que abre
-las secretas conciencias
son de gritos sin aire-,
ella sabe de reinos
que sustenta el alambre,
de las manos que la izan presa
de sus aires celestes,
de tantos y tantos besos de carne,
de diamante siempre,
de las manos mudas
que por amor se mueven,
ella sabe de mares
y de sueños de nieve,
del lugar del corazón
donde nadie es transparente,
si somos hijos del sol
y del cielo más verde,
de la sed que apuñala,
de la sangre que muerde,
y ella de todos la madre
que casi nadie merece.

Pero a todos, sin excepción,
a todos el alma yergue.






















(7)
Julio llama a la calor
para gustarse en el espejo,
volver a los cuarenta y pocos
con un lento batir de alas.
Julio hace el amor a la playa
y aquí nos besa con luz materna.
Por todas partes luce desnudos
y gemidos a la sombra.
Bebe en botijo y abanica
rostros de cera.
Al trabajo va cayendo
hasta ser un carbón en la siesta,
o lo hacina al aire
de sus zonas muertas.
Julio tiene en su batalla
unos días de ser de luna
para volver a ser oro en plata
y del cuerpo a la deriva.
Luego vive como siempre,
con la sangre mordida,
en el mar acaso
o ardiendo de la dicha,
hasta que renazca el nombre
de otro agosto aplicado
en su doctrina, pero nunca sombra
del mes más nuestro.



















(8)

Hay calles apretadas entre los muslos
y otras abiertas al mundo,
calles para cuatro
y otras donde el cuerpo se prolonga
luciendo adioses bien pintados.
Hay calles de mecida rutina
donde morirse temprano,
y otras de solteros mudos
y noviazgos bien cantados
-desde el helado al yeyé
los corazones en blanco-,
calles de da igual el nombre
y otras de secar los labios
si están al pie del aire
con nuestros mejores años.
Calles de piel y arena
y otras de tacón y traje,
donde verse
y volverse a ver
tras los caminos al hambre.




























(9)

Quienes la llaman tonta
y se ríen
son los/las que lo hacen,

si ese ser que tuvo su origen
en la luz de la inocencia,
y alcanzó solo el mundo
que le ofrecieron las sombras,
vive bajo tierra en libertad
por andar sin alas.

Ser así enarbola ese veneno
y ni a sus vacíos pregunta
como mostrar su lucidez.

Su historia, del/contra el mundo real,
ignora que integra nuestra historia
y con un nombre
que por tonta no atiende.



















(10)

A una ciudad
se le quiere el nombre
y se le ama un barrio.
En los olvidos del hombre
viven los siempres de niño.
La raíz se lleva a cuestas
y otro árbol es del aire.
Así, en todo lo que nazca grande,
estará lo diminuto,
y en mí:
cuatro calles, una fachada blanca,
un veintinueve,
mi madre,
la plaza... y en ella la fuente,
el cantarico...
roto...





miércoles, 7 de agosto de 2019

A MI MANERA

























He vivido tus poemas
una, y millones de veces,
la misma sangre encendida,
los mismos latidos fieles.
Da igual quién escriba, Madre,
si vuelve el labio a su fuente,
a beber los mismos versos
que tanto y siempre conmueven.
Cánones de tu belleza
que no admiten que diserten,
que te hablen con desabrigo
y que en algo te molesten.
Ya sé, Madre, que versan
con el amor que te tienen,
que nace de lo más hondo
hasta el cantar más inerme.
Y que tú guardas silencio
porque la fe resplandece
y prefieres su constancia
aunque lo usual la gobierne.
Madre, sabes que ando al aire
donde el aplauso no crece,
que prefiero el laberinto
a los delirios celestes,
pero que mi amor es grande
lo sabes sin que lo verse,
que ardes en mi corazón
aunque parezca de nieve.

sábado, 3 de agosto de 2019

LA POESÍA

(Imagen de la red)













Comencé a una edad madura
sin tomarla muy en serio,
sin saltar alegremente
a la patria de los genios.
Fue un inicio compulsivo
de arrojar hojas al fuego,
de escribir por los tejados
sin paredes ni cimientos,
con las palabras aladas,
sin nacer de los silencios.
Tiempo de pasos  atrás
a mirarme en los espejos,
y decirme: “Juan, tranquilo,
escucha a la voz de adentro,
deja libre al corazón
y aletea por los sueños”.
Al cribar las sensaciones
y exprimirles el aliento
recogía gota a gota
solo esencia con mi sello.
E inicié la singladura
con una barca de remos,
sin meta en el horizonte,
con el mar bajo mis dedos.
Corrigiendo mis errores
y el empuje de algún premio
diluyeron a las sombras
que rehuían ser del verso.
Ella es parte de mi vida
y en el corazón la llevo,
me atrae su sencillez,
no la busco por el cielo.

lunes, 29 de julio de 2019

NOSTALGIAS (De +2 a -6)

(Imagen de la red)















+2

Hay días, mundos, previos
a tu ausencia
que derriten la raíz cotidiana
de las horas que suman su tormento.
Contigo camino
por todos los sueños que aman,
como jóvenes animosos
con las edades de rosa,
perdiendo a su sombra
tras los besos silenciosos
del ahora inolvidable.
Contigo llueve
de dicha infinita
la voz de la tierra que anega
el viaje en silencio a las dunas
de un planeta solitario,
y que responde
a la sed de paraísos
con pilares de la sangre.

Te irás,
y dos corazones
ya comienzan a darse cuenta.



+1

Espero uno, dos,
crepúsculos del alma, uno,
dos, instantes en ti reflejados,
y pronto un sol que aminore un día
donde quedes oculta.
Espero,
uno, dos, besos alados,
y algún último suspiro envuelto de vida
tejiendo en la memoria
caminos eternos.
Con viejos recortes de otros veranos
espero otra tarde
de nostalgias desolladas
por la certidumbre, por los senos peregrinos
que, incluso, estando lejos me acogen.
Nostalgias, espero, que absorban a otra noche
que madure,
con sencilla apariencia,
a los niños que somos
cuando empujan, de nuevo, las despedidas.



-9

Aprendo a volar
en tu viaje de siglos. Aprendo de existir
que somos nosotros, dentro del alma,
universo a sorbos,
las manos hambrientas que cavan la tierra.
Divino y humano
para amar de la lucha su cálida luz.
El tiempo me borra
de todas las vidas, si hoy aprendo
a nadar
siguiendo al cuerpo que acoge a tu cuerpo,
en silencio,
dejando en las olas cientos de hojas escritas.
Pero no aprendo a dejar de verte
sin un bueno, sin un da igual, sin un sabes,
sin un y tú, sin un te quiero,
sin despertar a una rosa,
sin ser parte del día, de la noche, que tanto
nos pertenecen.



-8

La soledad no tiene caminos
en el mar de mi existencia. Por él flotan,
hinchados de sol, los pasos hacia nada,
hacia nadie,
apenas impulsados por tu voz, esporádica,
entrecortada que, dulcemente, anega de alegría
a los vacíos que me atormentan.
Hoy, los pilares de mis rutinas hablan
por donde callamos, hacen de ti
por donde fuimos, besan el aire
que aún sabe a besos, a mil adioses
y miradas de otro mundo. Y ceden.
Caen los brazos al fondo del agua.
Y en ese universo enmarañado,
pleno de belleza y soledad,
acaricio a todos los mares que mece la tierra,
y hacia algún puntito de nosotros
le sopla mi voz
un banco de rosas.




-7

Nuestros ojos, tan lejos,
visten tejidos del alma. Y nos hablan
sobre las olas y los delfines.
Rozan horizontes y regresan, al tiempo,
a sentir nuestras manos. Porque
nos miran tan abiertos a ser
que vuelan descalzos
yendo a los nuevos rincones,
regresando a los mismos silencios.
Nuestros ojos
son alas que siembran el aire
con el fruto sereno que se ciñe
al destino al que pertenecemos:
ser un solo corazón
en cualquier cielo del mundo.



-6

Entreabro en mi luna al verde rostro
de un instante presente y estrecho en su sombra
a todas las palabras
que tanto manifiestan, a los labios que besan
sus hondas raíces, y muero, aunque nazco
por los muros que no quiebran.
Y vacilo, apenas,
porque extraño hasta la dura piedra
que a mañanas no atienden, extraño
a los cuerpos mudos, impasibles,
por confines tan íntimos y transparentes
que no frenan la brisa divina, la gracia siempre virgen,
la luz más secreta.
Extraño a tu genio inmortal,
a los pechos que giran en mi oscuridad
irremediable, extraño
al azul indefenso, a los besos a golpes,
y a tantas libertades mágicas que tan ciegas
nos han visto...
Vacilo, tibiamente, detrás de las horas muertas,
pero necesito oírte
por horas que tengan la vida entera,
porque hoy sé, más que nunca, que necesito tiempo
de un verte infinito, perpetuo, inagotable.