juanitorisuelorente -

domingo, 26 de febrero de 2017

CONCIENCIA (Relato)

(Imagen de la red)


















Hace memoria. Es julio. Quince o dieciséis. No, trece, recuerda no muy convencido. Ha frenado la rueda del coche en la misma hondonada, y las luces iluminan los dos eucaliptos, majestuosos, casi juntos.

Deja entre ellos la mirada perdida.

El runruneo del motor está de fondo un buen rato. Lo apaga. Mira el reloj. Son las nueve y media. La misma hora. Con exactitud. Apaga las luces. Es noche cerrada y el silencio absoluto. Coge la linterna de la guantera, e ilumina el asiento de al lado recordando la cara de Teresa, su nerviosismo, el constante parpadeo de sus ojos. Vuelve a verla hermosa, deseable. Y vuelve a hacerle el amor. Lentamente. Compartido. De un modo muy diferente a aquella noche. Aquella noche no quiere recordarla. Pasó así, como la vive ahora. Como debió ser, con sus manos emanando ternura, siendo los abrazos cálidos, los besos profundos, húmedos, alocadamente húmedos. Está excitado, y se pajea sin importarle manchar el coche. Luego permanece un rato naufragando en sus pensamientos, a la deriva, hasta que su mente vuelve a preguntarse qué está haciendo allí, en este apartado lugar que solo le trae malos recuerdos. Un lugar al que viene todas las noches de sábado desde hace ya demasiados meses. No puede evitarlo. Algo le empuja a estar aquí. En este mismo lugar, a esta misma hora, todos los sábados. Algo le empuja a necesitar repetir el placer, ahora en solitario. Algo que todos los sábados le empuja a bajarse del coche, caminar a la luz de su linterna hacia los dos eucaliptos, majestuosos, casi juntos, pasar entre ellos y escurrirse por una leve pendiente, y allá, al lado de unas zarzas, iluminar una fracción de terreno donde ya ha crecido la hierba, y donde la piedra roja, informe, continúa clavada. 

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