El tamaño de la ceguera
es ilegible. Se desanda
el laberinto para empezar perdido.
La angustia llueve
y echará raíces lo irreal de tu
rostro.
La palabra muere sin oír
adiós. Poema, y entre tanto
se volverá insomne el brillo
de lo amado con sus gotas
de locura y su monstruo
en el pensar.
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