Mi miedo
es tu ternura, la escala que evita
toda huida. Mi desequilibrio
es tu evidencia, el amado oficio
que dominan los ojos. Tú,
y donde nacida escondes ese azul,
tú, y donde nada sé de siglos, donde
otro tiempo aún supura, tan hondo
e inacabado, donde todo aquello que no basta
al deseo precipita, y lo hace noche
indefenso. Todo en el hombro de la ausencia,
de la nada que prolonga su exceso, y hace
de niebla, de todo destino,
que a solas confunde,
si a solas todo significas.
Mi dolor
es tu daño, la solitaria evasión
a las horas lentas. Mi acaso
es tu quisiera, el unir y quitar el acento
a por qué te quiero.
regreso después de un rato
ResponderEliminary me encuentro este bello poema.
hasta pronto mario
Un poema para leer despacito, sin prisar y para pensarlo, detenidamente. Muy bueno, Juan. Abrazos.
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