juanitorisuelorente -

domingo, 4 de diciembre de 2016

OTRA NAVIDAD (Romance)

(Imagen de la red)
















Por los fríos de diciembre
bullen días de verano,
de poner al sol el alma,
desnudando nuestros lazos.
Son las playas de la vida,
los momentos de descanso,
de hablar con el corazón
y nadar en los remansos.
Obliga lo material
a tirar solos del carro,
a olvidarnos de la esencia
y ser negro sobre blanco.
Hay que seguir en el tren
a un destino en lo más alto,
a la nada que van todos,
construyendo sobre el fango.
Las victorias son de tierra
y de sangre los fracasos,
enterramos de riqueza
la pobreza de lo humano.
Como dioses de uno mismo
de ese Olimpo se es vasallo,
los míseros servidores
del tesoro más amargo.
Y entre olvidos este tiempo
con vitola de milagro,
donde la familia reina,
de la que hay que ser esclavo.
En el albor del invierno
la navidad cierra el año,
es la fiesta que más une
o se sufre lo lejano.
Nunca tan firmes de acuerdo
religiosos y no tanto,
de culto al hijo del hombre,
de culto al tinto y al plato.
Fiesta donde no hay excusa
ni motivos de trabajo,
de no hundirse en las raíces
desde el niño al más anciano.
¡Bajo cielos de colores
villancicos navegando
por el mar de la memoria
con el niño entre los brazos!
Alrededor de la mesa
vuelven futuro y pasado
a evocar todo el presente
del amor, tan necesario.
Son más duras las ausencias,
esa cruz con pies de barro,
que se cae por momentos
en los ojos del más flaco.
Conjugar la nochebuena,
el olvido trago a trago,
es la noche adolescente,
solo importa donde estamos.
¡Presidiendo el nacimiento,
en un rinconcito el árbol,
la vela roja en la mesa,
las guirnaldas decorando!
A la vuelta de la esquina
queda el año abandonado,
tan ebrio de multitudes
de nadie, pronto, ni rastro.
Pasadas las campanadas
el nuevo con copa en alto,
ya reina en las ilusiones,
llega como agua de mayo.
Dejamos que corra el aire,
a éste damos un salto
y se acabaron los males,
la ruina y los malos ratos,
repitiendo las canciones,
todo por los mismos pasos,
exigiéndole a la nada
hasta el último milagro.
Y entre suspiros tan hondos
todos los niños soñando,
se asoman a los balcones
y suben a los tejados,
tienen la mirada lejos,
y ante cualquier ruido extraño,
saltan sus corazoncitos,
abren un mundo sus manos.
Es la fiesta del amor,
de echarle tierra a lo agrio,
es la fiesta de los niños,
del exceso y lo sagrado.
La fiesta de la familia,
riendo o llorándola tanto,
muchas con el alma rota
y muchas de guante blanco.
Vivamos la navidad
y cada uno en su peldaño,
no subamos a la luna
y que ella soporte el gasto,
que pasada la resaca
el que puede sigue intacto,
y en el bolsillo del pobre
más fracaso es el fracaso.
Lo que importa es estar juntos
en lo bueno y en lo malo,
por los pétalos de rosa
o sangrando por el tallo.
¡Que viva la navidad,
que se abrace todo hermano,
barra de la tierra el odio,

haga de su capa un sayo!

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