Esperabas
(no hay días
cualquiera
para los nuncas
que los esperan)
luciendo la
mañana,
plena de
olvidos, recién hecha
de a ver qué
pasa, de hasta donde
será verdad.
Estabas agitando
ríos en tus
remansos, y solo
sintiéndote
alma al respirar. Estabas
vestida de
sentimientos, como un retrato
que sin verte se
ve. No hizo falta
secuestrar la
mirada, si el instante
vuelve a ser
presente infinito de todas las cosas.
No hizo falta
avivar lo sabido, eso
que arde sin
hacer ruido, tan falto de todo.
Bastó no ver a
nadie en nuestros rostros
confundido.
Bastó volver a estar envueltos
de ahoras, y de
siempres, siempre
siempre por
llegar.
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