juanitorisuelorente -

jueves, 31 de marzo de 2011

PERROS DE HORTELANO





En la peor crisis en la historia reciente de nuestra ciudad hay un tema del que no quiero dejar de hablar, que me escuece en el alma, que no tiene solución alguna, y no es otro que los presupuestos que las pequeñas y medianas empresas de construcción ofrecen a particulares.
La escasez de trabajo en este otro año aciago de la crisis, el peor según mi opinión, es acuciante. Pocos ciudadanos se aventuran a gastarse su dinero, y de ellos, unos lo afrontan porque la vida sigue y pueden permitírselo, otros porque ven una ocasión idónea para ahorrarse unos cuantos millones (digo bien aunque en pesetas) a costa de empresas que buscan, a costa del precio que sea, trabajar.
Una obra para la que antes pedían dos o tres presupuestos, ahora solicitan hasta diez, y no más porque quizá sean esas las empresas que queden en activo.
Es como una chocolatina en la puerta de un colegio. Una para todos. Y se desata la guerra.
No se piensa en cuanto se debe ofertar, sino cuanto va a ofertar este o el otro –algunos de amargas referencias-, sin pensar que el material es el que es y cuesta lo que cuesta, que los impuestos son los que son, que los trabajos no pueden elaborarse sino hacerse, y cuanto antes mejor, que aunque les respalden obras de calidad hacer chapuzas es inevitable, y pueden cerrar todas las puertas.
Ya se sabe que el mercado es libre y cada uno puede cobrar lo que le parezca. Pero este no es el caso. El único caso y que atañe desgraciadamente a empresas que sobreviven a duras penas, es que así ni se come ni se deja.

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