juanitorisuelorente -

lunes, 7 de marzo de 2011

CONDUCIR LENTO, TRABAJAR DEPRISA

El gobierno nos obliga a circular a 110 y a lo que aún están en activo a trabajar a más de 300.

Mucho duró esta vez la felicidad en la casa del pobre, tanto que quizá, por esa atávica fe depositada en los milagros, llegó a pensar que fuera para siempre. Pero no.

Ésta nueva y larga crisis no sólo le invitó a regresar a su estado primitivo sino que, trajeada de demonio y aliada de un gobierno que para ser puñetera no le hacía ninguna falta, le ha asaltado el tabaco –no es casual ponerlo el 1º-, el trabajo, le ha subido el gas, la luz, la hipoteca, entre otros, para que deje de fumar, dejarle parado, helado, a oscuras, en la mísera calle, y para colmo, en ese recinto sagrado de privada libertad –errado pero no le queda otro- que es el coche tenerle atado a estar más pendiente del velocímetro –por las multas- que de la carretera, y eso que le han afirmado que esta medida multiplica su seguridad.
De los dos ojos –o más- que antes tenía en los avatares de la circulación y sólo de vez en cuando en la aguja del cuentakilómetros, ahora ha de dejar uno de guardia perenne para no pasarse ni un metro de 110 pues no está su situación para más gastos inútiles.

Curiosas medidas ahorro-recaudatorias que ya lo dejan, lo mire por donde lo mire –a derecha, izquierda, arriba o abajo-, y aunque parezca imposible, todavía más jodido.

“A la próxima espero”, que se dice siempre como pobre arriero.

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