juanitorisuelorente -

domingo, 16 de julio de 2017

MI REGALO

(Imagen de la red)

















En la cumbre del milagro

regalo es ya tu cuerpo,

ver la camisa arrugada

que cayó desde tu pecho,

del primer color de cien

que sustenta el universo.

Y regalo son los labios

que hacen algo en mí primero,

o enredados a los míos

como nunca he visto un beso.

¿Y apretar tu corazón

hasta que se asfixia el viento?

Ainss, regalo es ya la rosa

donde aletean mis dedos

sin la ayuda de los ojos

ni de los mares del tiempo,

pero queda como instante

en los hitos de lo tierno.

Y regalo son lugares

con el sello de un te quiero,

tras cada beso fugaz

o los hondos más intensos,

sensaciones que me acercan

cada imagen del recuerdo,

y las respiro una a una

ahora sin tantos miedos.

Lugares que, en su sigilo,

guardan tanto donde el fuego

que se evaporan sus alas

y nunca verte en su espejo,

si tu azul en sus entrañas

no tiene en mis ojos techo

y cuando paso sus hojas

sigue el corazón latiendo.

Lugares de ti y de mí

y los mundos que cayeron.

Pero vuelvo a tu mirada,

el regalo más eterno,

desde el poso de un café

en un rostro sin aliento

hasta ir siguiendo la luz

de otra vida sin un sueño,

renaciendo en un confín,

yo naciendo en otro extremo,

lo que a mí me hace soñar

y es a ti seguir viviendo.

Es regalo el día a día

que nos pide, por ejemplo,

que compartan los caminos

todo su íntimo secreto

desde el alba hasta el ocaso

en todos sus ratos muertos,

por colores de la voz

o en lo gris de los silencios.

Y regalo es entender

que el amor es otro remo

y no le vale decir

si luego no firma el hecho.

Ainss, que aunque sangre me cuesta,

con lo firme por los suelos,

el enfado de la mano

y el abismo siempre abierto,

siempre intento conseguir

que el sentimiento arda entero,

de nuevo sea del mar

por si en algo te merezco,

porque quiero anochecer

después del último verso

en la piel de otro poema

con amaneceres nuevos,

aprender a andar el aire

y nadar por los momentos,

aunque los cerquen las sombras,

aunque nunca sean plenos,

para tejer infinitos

con las lindes de cemento,

ayudándote a cruzar

por los pasos más estrechos,

jamás cerrando con llave

las cicatrices de adentro,

porque el regalo eres tú

y a nuestra infancia me aferro.



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