juanitorisuelorente -

sábado, 17 de junio de 2017

ELEGÍA (1)

(Imagen de la red)


















En tiempos que vendrán sobre la tierra
residirá en la sangre la amargura
alimentando al mal que a ti se aferra.

Donde el aire es hermoso, y la cordura,
no hay obra del destino ni del hambre
aunque vuele sin freno el alma pura.

Silenciosa sucumbe la raigambre,
muchas sombras te guardan el secreto
mientras cruza el dolor por el alambre.

Queda enterrado tanto ardor inquieto
en la sed del recuerdo más sombrío
con la rabia que vela su esqueleto.

¿Por qué el cielo deriva hacia el hastío?,
¿tuvo conciencia el aire de la mente?,
¿y por qué su estertor lo siento mío?

Hay momentos que crecen dulcemente
y en su gracia respiro la belleza
si no noto en sus pasos tu relente.

Pero ante todo el mar de sutileza
que fue obrando caminos a la rosa,
disuelta en lo celeste la dureza.

Mil años en la piel meticulosa,
construyéndole huesos a la calle
por todo azul que el buen hacer endiosa.

Y en eso de tu paso no hay detalle,
no encuentro en tu actitud tan fugitiva
ni siquiera una imagen que retalle.

A la sombra de ser la huella altiva
en la tierra que nutre lo invisible
de transparente frío a la deriva,

porque arder en tu sangre es imposible
y no muerde el engaño lo que dejas
si el más bello silencio es inaudible.

Ahora nos miramos tras las rejas
y los cuerpos más muertos se levantan
de pasados de arena y almas viejas.

Los muros de las sombras se amamantan,
de desnudar errores poco a poco,
cuanto mas si a la lógica quebrantan.

El color de la vida, como loco,
va dejando el invierno en las esquinas
y en la paz de los sueños su sofoco.

La tristeza se escucha en las retinas
porque habita en el barro lo que quiero,
son las nubes el arte que dominas
y olvidaste tomar tierra primero.




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