(Imagen de la red)
Quizá
el volver a ser hombre,
sentir
que te estoy perdiendo,
el
regresar a la luz,
al
camino solo nuestro,
o
quizá por ese duende
que
no quiere vernos lejos,
vuelve
la vida a mis ojos,
regresa
el alma a mi cuerpo.
Ahora
busca tu perdón
un
aciago sentimiento,
una
voz que te hace daño
si
es la cruz de tus desvelos,
voz
y ruina del sentir
con
la excusa de mis miedos.
Regresa
la sensatez
ahora
que no hay remedio,
que
cerraste el corazón
del
que pude hacerme dueño.
La
llama que sigue en pie
entre
las garras del viento
es
un nuevo amanecer,
una
flor de entre los muertos,
reflejo
de lo más triste
y
a la vez de un mundo nuevo.
Ya
perdida la inocencia
queda
nuestro ser en cueros,
en
la calle todo engaño,
desvelados
sus secretos.
Todo
pide sopesar
si
merece ser del tiempo,
ser
de otras primaveras
habitar
otros inviernos,
aunque
siga en la memoria
el
más ruin de los hechos,
una
salida cobarde
hacia
un mar de cruel silencio.
Abrazados
al azul
como
príncipes de cuento
y
me empeño en ser así,
tantas
veces tan ajeno,
escribiendo
de tus labios
con
el roce de mis dedos,
por
el camino a tu sangre
cuando
recuerdo algún beso
y
sigo en el fondo angosto,
vagando
en mi mundo viejo.
De
tu profunda raíz
otra
florecilla anhelo,
a
esta intentaré cuidarla
aunque
ya no me lo creo.
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