juanitorisuelorente -

martes, 22 de junio de 2010

OPINIÓN: CAPEANDO

Pregunte a quién pregunte me contestan lo mismo: la cosa está muy mal. No digo que no haya empresas que funcionen, que al menos funcionen, pero la mayoría, las pequeñas sobre todo, las del montón –y entre ellas me cuento- están -estamos- que da pena. Pero ya es suerte subsistir aunque sea a medio cumplir -fallar lo llaman- con proveedores, hacienda, etc.., que no con los clientes a quienes hay que cuidar –a los buenos y medio buenos- como a dioses por acordarse de nosotros. Y así, el tú fallas, él falla, nosotros fallamos, rompen una cadena que cuatro soldaduras a destiempo no logran reparar. Y el colmo se produce cuando alguien –de los pocos- se propone limpiar sus deudas hipotecando su patrimonio, o, al menos, con algún ridículo préstamo para salvar a alguno a punto de ahogarse, y se ríen los banqueros en su bigote. Los bancos sólo prestan a quién tiene que es el que no lo necesita para nada. De los del montón no se fían –de clientes buenos de muchos años- y así nos va. Capeando el morlaco de la crisis, con alma –necesidad- de toreros pero con el miedo en el cuerpo. Es decir: cagados.

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