juanitorisuelorente -

jueves, 19 de octubre de 2017

ERREQUEEÑE

(Imagen de la red)























En conocerle nunca tuve empeño
y eso que andaba al ritmo de mis años,
de mi vida era entonces navideño,
soplaba y le apagaba sus engaños.

A su enfermo reloj mi fuerza enseño,
porque ¿qué era ese ascenso de peldaños
por horizontes planos, de diseño,
con mi sangre al galope y dos redaños?

Primavera a lo bruto, como el niño
que sin pensar camina sus otoños,
llega a la madurez sin un rasguño

y al futuro ni lanza el negro guiño,
mira atrás disfrutando sus retoños:
los mil años metidos en el puño.

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