Nuestros fantasmas
nos leen
al cruzarnos
lo peor de nosotros.
Seria, triste, enfadada,
como yo,
y ellos
hablando con claridad
de tanto silencio sin esencia,
de la herida que no cura
la vieja frontera y su mañana.
El tiempo pasa
sin memoria,
fundiendo nuevos momentos
a merced
de la casualidad.
Un tiempo
de estantes vacíos,
sin duende.
No está deshecho
por no hecho
sin embargo
lo nuestro es inventiva
capaz
de vulnerar lo sólido.
Lo aparente
en su pleno
sentido.
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