Tiene mi mujer un modo poco cariñoso de decirme las cosas, y la verdad es que ya estoy un poco harto.
Ya la oigo subir las escaleras e imagino que me esperará otra buena. Ya está aquí, ¿la ven?, con ese bambo que se quita sólo para ponerse otro, con una coleta en el pelo que de ahí me gustaría agarrarla, y esa lengua, esa lengua…, ay, Dios.
-Pero , Jacinto, ¿todavía no te has levantado?
Bueno, reconozco que hoy tiene razón. La culpa es mía y vuelvo a darme cuenta al ver en el reloj de la mesita que son más de las diez de la mañana.
-¿Es que tengo que hacerlo todo yo sola, no te da vergüenza?
Vergüenza, vergüenza, bueno a eso a lo mejor me he acostumbrado. Me estiro, me crujen los huesos y también, como no, le molesta.
-A ver si mueves ese cuerpo, ¿no puedes salir a andar como todo el mundo?
No la replico. Algunas veces se calla.
-Podrías ir y hacerme la compra alguna vez- sigue gruñendo mientras estira las sábanas.
Hay que joderse, sabe que me da corte ir al súper y todos los días insiste en lo mismo. Siempre vas a lo tuyo, siempre pienso decirle y siempre me callo por no liarla.
-Solo sabes hacerme sufrir
Se marcha y empiezo a vestirme, hoy casi sin ganas. Mover los brazos es un ejercicio que me está dejando muerto. A pesar de eso me pongo la camiseta. Otro cantar es ponerme los calcetines. Hoy no es mi día. No veo mi cuerpo para las prisas. La cama y sus sábanas estiraditas parecen invitarme a arrugarlas. Y no lo pienso.
-¡¡¡Jacinto!!!
Abro los ojos. Es la una y media. Joder, todos los días igual. Al próximo grito la lío, juro que la lío…
ajajaj si que te has metidoen líos ajaja muy bueno Juan tiene buen sentido del humor!! besitos!
ResponderEliminarYo soy el primero que me he reído, Susana, y más poniéndole cara porque conozco a algunos de éstos muermos.
ResponderEliminarUn abrazo