Estoy del odio…hasta el odio. Adiós odio, olvida mi oído. Haz de ti desde el hambre pero haz de ti a solas. Odia hasta rabiar en silencio por no lograr multiplicarte, hasta reventar de ser sólo lo que eres. Lo que has logrado es la cima de tu odio y más alto solo hallarás el cielo que te juzgue. Has clavado tu veneno de serpiente y te alejas altivo sin pensar en los muertos en vida. Odio te nombra, porque no tengo palabras para nombrarte. Odio, sí, porque no hallo palabra indigna en el mundo para nombrarte. Maldito odio, créeme, te aseguro que no hallarías en el mundo madre que no se avergonzara de haberte parido.
No es de extrañar que lo maldigas: el odio es un mal consejero. Destruye más a quien lo siente que a quien va dirigido.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz inicio de semana.
En un principio destruye por igual aunque se recuperará antes -supongo- quién no lo sienta en absoluto.
ResponderEliminarEs una putada, más sin motivos racionales.
Un abrazo, Mª José