Era inminente. Insólito. Y le costaba. Veinte años de mirar, ver, oír, escuchar, callarse. Y ese impulso que ahora le obligaba a rebelarse. Se había acomodado y ya nada era fácil. Tuvo que ocurrir algo, no demasiado significativo, no demasiado humillante. Normal, para quién ha soportado de todo. Unas palabras fuera de tono de quién lo tiene ya por costumbre. Y su reacción. Breve respuesta y una actitud defensiva que le ha dado ánimo. Se siente capaz. Siempre lo ha sido. Sólo que la había dejado hacer, a su aire. Orgulloso siempre al contarle a sus amigos que cada uno tenía su parcela a la que el otro no debía interferirse. Quizá fuese así un tiempo. Ya no. Su parcela dejó de ser suya hace tiempo o puede que no lo fuera nunca. No había en ella ni una sola de sus viejas costumbres, ni uno solo de sus viejos amigos, ni amigos nuevos. Dejó de fumar, dejo de beber, no recuerda cuando dejo de reír. Receló y poco percibe que le recuerde veinte años atrás. Y no puede más.
- Oye, Pepita –susurra sumiso pero decidido a coger el toro por los cuernos
- ¡¡¡¡Queeé!!!!
- Nada, nada, mujer, perdona
Muy bien narrado y autentico.
ResponderEliminarMe gustado el estilo!!
Dibujas muy bien.
Voy descubriéndote.
Un abrazo y gracias por estar cerca
preciosos los dibujos como dice mariam y lo escrito divino un abrazo
ResponderEliminarGracias Marian. La máxima en mi vida ha sido decir siempre a todo: yo esto lo hago, en lugar de sé hacerlo. Hacer un poquito de todo que a lo mejor es ser maestro de nada.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Goge.
ResponderEliminarEn los dibujos prefiero el fondo que es lo que realmente me interesa, y no hacer el dibujo perfecto y que no exprese nada.
Un abrazo