Sin esperar otra suerte abro toda,
traiciono la que quise que aún pervive,
suerte que me cede un momento dichoso,
comodín que guardo para una urgencia.
Los momentos de suerte hay que vivirlos enteros, sin dejarse nada en la recámara... que mañana podemos no estar. Un abrazo, Juan. Siempre haciendo pensar.
No creas, Javier, lo que sería peligroso es acostumbrarme un momento a ser otro. Y en cuanto a los ladrones, no creo que a nadie le interese robarme lo que no soy.
Peligrosa decisión. Hay que tener cuidado de ladrones.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Los momentos de suerte hay que vivirlos enteros, sin dejarse nada en la recámara... que mañana podemos no estar.
ResponderEliminarUn abrazo, Juan.
Siempre haciendo pensar.
No creas, Javier, lo que sería peligroso es acostumbrarme un momento a ser otro.
ResponderEliminarY en cuanto a los ladrones, no creo que a nadie le interese robarme lo que no soy.
Un abrazo
Parece un poema banal, Laura, pero como tú bien dices también puedes rascarte la cabeza.
ResponderEliminarUn abrazo