No heredé un trauma
sino cientos de arrebatos inútiles
-el mismo collar para distinto perro-
No heredé una alegría
que no pudiste darme,
-capricornio (bis)-
si no una seriedad congruente.
Miento si te digo amor,
si te digo odio miento;
será algo entre lo uno y lo otro,
o todo en un revoltijo
que si significó algo
ya no significa nada. Eso quisiera.
No es así. Me dice mi mujer
que te ve en mis gestos: “Parece
que estoy viendo a tu padre”.
Creo que no me importa. Y cuando me importa
no llega a ser relevante. Pero pasa el tiempo
y suelo mirarme en lo que no existe.
Será que para lo que aún me quede por hacer
he perdido el amparo, y el derecho
-el que ahora me brindan- a la crítica.
... a veces por no ser siempre JUAN nose porque pero cuando me hablan de este tema me aterra sobre todo porque a nadie se deja contento ...
ResponderEliminarun fuerte abrazo ,amigo :
j.r.
Tema arduo sin duda, y del que no me recuperaré nunca aunque lo crea olvidado. Y es que soy una fotocopia, aunque con la experiencia de lo que no debo de ningún modo hacer.
ResponderEliminarUn abrazo, JOSE